Estupefacto regresó de Buenos Aires el equipo
olímpico. ¿Por qué, Dios mío, por qué nos han hecho esto? ¿No habíamos pasado
los cortes con nota óptima? ¿No teníamos una ciudadanía entregada? Nuestras
infraestructuras ¿no eran tal y tal? Y
encima mandamos un príncipe resultón y políglota y una alcaldesa que intenta
convencer al mundo mundial de las bondades de Madrid. Cierto que el discurso de
Botella resultó poco menos que incomprensible pero es de suponer que los
miembros del COI tendrían copia y al fin de cuentas nadie juzga a un alcalde
por su don de lenguas. Entonces ¿qué hemos hecho mal?
Lo que la crisis, el dopaje o cualquier otro
factor ajeno a la ciudad haya podido afectar a la decisión es algo que
desconocemos. Pero, en nuestra modesta opinión, la intervención de Botella
resultó letal. Y no por cómo lo dijo, que resultó hasta gracioso, sino por lo
que dijo. Y eso que, desde el punto de vista de la oratoria, su discurso
resultó modélico. Ya se sabe, lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y nuestra
alcaldesa, en un alarde de brevedad que ya quisiéramos de otros políticos,
resumió en diez minutos la esencia de la política municipal madrileña de los
últimos tiempos. Aunque, bien pensado,
quizá no fuera tan modélico, pues a los diez minutos le sobraron nueve y pico.
Todo lo que dijo, que es exactamente todo lo que el Ayuntamiento podía ofrecer,
se puede condensar en tres palabras. Y Botella, con énfasis y sonrisa un poco
enloquecida, las pronunció: MADRID IS FUN.
Tanta inversión, tanto tiempo, tanto
entusiasmo. Tanto atleta, tanto voluntario. Tanta esperanza, tanto
esfuerzo. Y cuando sólo queda lo
elemental, recordar al mundo lo que se da por supuesto, que tu ciudad es
moderna, culta, verde, limpia, educada, cómoda, segura, cuando toca ponerse lírico
con los índices de polución, con las políticas de reciclaje, con los kilómetros
de carril bici, con las iniciativas para la juventud, cuando lo que se espera
de una alcaldesa europea es un mohín de modesto orgullo al referirse a su
arquitectura, sus hospitales, sus polideportivos, sus bibliotecas, sus museos,
sus parques... resulta que la Alcaldesa
mira los datos y se encuentra con lo que se encuentra, una ciudad entregada al
jolgorio de forma tan enloquecida como la sonrisa con la que pronunció las tres
palabras que resumían la situación: MADRID IS FUN.
Reconozcámoslo, en cierto modo Ana Botella no
mentía. Si se considera divertido que se talen árboles y se retiren bancos para
regalar su espacio a las terrazas, si se considera divertido que los propios
responsables municipales confiesen no saber cómo combatir el botellón, si se considera divertido que el turismo en
Madrid descienda cuando más hoteles se construyen y que el que viene no quiera
perder tiempo y se emborrache en el avión, si se considera divertido que
restaurantes y locales serios tengan que cerrar ante la competencia de bares y
garitos cutres que incumplen descaradamente las ya permisivas ordenanzas, si se
considera divertido ver a jóvenes y no tan jóvenes revolcándose en la calle entre
ratas y vómitos, si se considera divertido que cinco niñas mueran aplastadas en
una fiesta pública organizada por el amiguete de vete a saber quién, Ana
Botella no dijo más que la verdad: MADRID IS FUN.
Luego estamos los otros, claro. Los que
miramos impotentes cómo el Ayuntamiento convierte el Centro en un parque
temático de la juerga. Los que intentamos dormir, los que nos dirigimos al
trabajo (o a buscarlo) envueltos en vapores de orina, los que intentamos
encontrar un lugar donde pasear al perro o leer el periódico, los que
tropezamos a diario con bordillos levantados y losetas sueltas, los que tenemos
que caminar por nuestro barrio en fila india porque la acera es estrecha y no
se puede ensanchar, hay que dejar sitio a los coches de quienes vienen al
Centro a echarse unas risas. Los que noche tras noche llamamos a la policía
para que ponga orden y oímos aquello de qué quiere que le diga, haremos lo
posible. Los que aspiramos a un
turismo sereno y elegante, que apueste
por Goyas en el Prado, no por midis a dos euros en cualquier chiringuito
pringoso. Los que quisiéramos
vivir en una ciudad digna de organizar unos Juegos Olímpicos. Los que
consideramos que destrozar una ciudad en nombre de la diversión no tiene nada
de divertido.
Pues no parece que andemos tan equivocados,
los miembros del COI nos han dado la razón. Y es que, diga lo que diga la
alcaldesa, MADRID IS NOT FUN.